El punto absolutamente esencial, en este método irónico, es el camino que recorren juntos Sócrates y su interlocutor. Sócrates finge tener que aprender algo de su interlocutor: en esto consiste precisamente la autodesvalorización irónica. Pero, de hecho, mientras parece identificarse con su interlocutor, mientras parece adoptar por completo su discurso, al final, el interlocutor es quien, inconscientemente, adopta por completo el discurso de Sócrates, se identifica con él, es decir, no lo olvidemos, con la aporía y la duda: pues Sócrates no sabe nada, sólo sabe que no sabe nada. Una vez concluida la discusión, el interlocutor no ha aprendido nada. E incluso, ya no sabe nada en absoluto. Pero, a lo largo de la discusión, ha experimentado en qué consiste la actividad del espíritu; es más, se ha convertido en el propio Sócrates, es decir, en la interrogación, el cuestionamiento, el distanciamiento consigo mismo, es decir, en definitiva, la conciencia
P. Hadot, Elogio de Sócrates.
No hay comentarios:
Publicar un comentario