viernes, 5 de junio de 2009

Deseo de escribir (aproximación)

Tarea minúscula y sin importancia, casi cotidiana, pero que, en ocasiones, ofrece efectos devastadores. A veces se escribe para no morir, como ejercicio de supervivencia. O para saber que uno se muere, y que, por tanto, uno aún sigue vivo. Pero también para esquivar la vida. Se escribe por amor, hasta el punto de que toda escritura puede ser leída como una carta de amor. Se escribe para que a uno le quieran. Se escribe para expresar el propio humor, la afectividad violenta que somos y que nos singulariza. Se escribe con el cuerpo. Para nadie. Ni siquiera para eso que llaman el lector anónimo. Muchos menos para uno mismo. Se escribe para dar cobijo a una alteridad hermética. Para un otro que acaso nos sea lo más cercano, que habita en el propio seno como abismo o como grieta. Se escribe para cauterizar las heridas, que es lo mismo que decir que se escribe para terminar de abrirlas. Se escribe para acoger lo otro. Para acallarlo. Para decir ese silencio que en el movimiento mismo en que es dicho queda tachado. Se escribe para no escribir otras cosas. Para no hacer lo que hay que hacer. O, al contrario, para no hacer lo que no hay que hacer. Se escribe para evitar el goce o para dejarse arrastrar por él. Nunca se escribe por aburrimiento. Se escribe desde la neurosis, desde esa locura fundamental desde la que la razón brota. Se escribe para despojarse de lo imaginario que nos cerca, para desbaratar nuestras estructuras simbólicas, para que irrumpa lo real, como en la crítica certera del amigo o en la espalda de una chica que se aleja. Se escribe porque se desea. No porque se desee escribir, sino, simplemente, porque se desea.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Demasiada casualidad que me ha hecho esbozar una sonrisa. Acababa de encender el ordenador y me disponía a escribir algo que venía pensando por el camino, animada después de una charla sobre "escritura" y me encuentro esto.
A ver qué sale...

Ocala dijo...

Cosas como estas dan ganas de abrazos y conversaciones. Grande sin duda.

Pablo Lópiz Cantó

Para una filosofía de la inmanencia