martes, 15 de septiembre de 2009

Pensaba escribir

Pensaba decir un día de furia, mi odio, un odio total, sin fisuras ni excusas, el odio absoluto que a veces me arrastra. Quería contar el deseo que en ocasiones me habita de hacer saltar en pedazos el mundo, de prenderle fuego al presente, al orden político, a la estructura capitalista, a las condiciones de existencia, al estado de cosas, a mi vida, a la vida toda, entera. Fabulaba con escribir que a ratos sólo entiendo a quienes se atan con cinta aislante una bomba al estómago y revientan reventándolo todo, sin seleccionar a las víctimas, sin pararse a escoger ni a diferenciar, con arbitrariedad plena, sin Dios ni huríes, sin estrategias ni objetivos. Deseaba decir mi asco ancestral, detallar con cuidado y precisión el no sin límite que como un eructo me viene a la boca. Pensaba escribir la rabia. Iba a dejar claro que mi tiempo es siempre y sólo el tiempo de la afectividad intensa. Que mi piel responde a cada revés de la suerte de manera acaso excesiva. Que soy una llaga. Que en mí respira un insulto redondo. Pleno. Cien insultos. Mil palabras de rechazo, un grito indistinto, sin origen ni destino. Que soy el malestar: un deseo concentrado de calcinar la realidad, de dimitir y de despedir, de abandonar rescindiendo todos los contratos, de hacer definitivamente estallar el maldito cosmos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

"Estallar el maldito cosmos". Mi cuerpo, a su modo, así lo explicita, echando pa fuera toda la rabia y la furia.

adolfo dijo...

eres grande Pablo, besos infinitos soy adolfo

Unknown dijo...

Hola Adolfo. Te se echaba de menos.

Pablo Lópiz Cantó

Para una filosofía de la inmanencia